La mayor muestra de arte contemporáneo del hemisferio sur inicia su edición 36, con la figura metafórica del estuario como lugar de encuentro en un tiempo de tensiones globales.
La Bienal de San Pablo, la mayor muestra de arte contemporáneo del hemisferio sur, se inaugura este sábado con una reivindicación de la convivencia con lo diferente, en una época marcada por las tensiones geopolíticas y la sombra de la intolerancia en los Estados Unidos de Donald Trump.
Tres grandes tapices cubren una de las paredes del pabellón y sumergen al visitante en una confusión de olas y de brazos y piernas entrelazadas que nadan o flotan en un río. La serie Desenterrado de la nigeriana Otobong Nkanga reflexiona sobre la relación de interdependencia entre los seres humanos y entre ellos y la naturaleza que los rodea, uno de los grandes temas de la exposición, titulada Ni todo caminante anda carreteras – de la humanidad como práctica.La Bienal de San Pablo reúne más de 1.000 obras de 125 artistas de todo el mundo en el emblemático edificio creado por Oscar Niemeyer.
La trigésimo sexta edición de la Bienal, que reúne más de 1.000 obras de 125 artistas, toma como eje la metáfora del estuario, un lugar de encuentro entre las aguas dulces del río y las saladas del océano, para reflexionar sobre la riqueza de las mezclas. Para la historiadora del arte brasileña Keyna Eleison, miembro del equipo de curadores liderado por el camerunés Bonaventure Soh Bejeng Ndikung, el estuario es un “espacio de caos de donde sale mucha vida”. “Es en ese lugar que podemos tener humanidades que no necesariamente están de acuerdo, pero que viven, conviven, festejan, dialogan y se mueven”, afirma.
Las esculturas metálicas imaginadas por la brasileña Rebeca Carapiá tras una estancia en los ríos de la Amazonia hablan de ese equilibrio, de esa riqueza. En Cómo crear raíces aéreas, Carapiá moldea las sinuosas formas de una especie de palmera cuyas raíces no están soterradas bajo tierra, sino que se mantienen expuestas en busca de la luz del sol y de nutrientes.La exposición trasciende fronteras nacionales y prioriza la noción de territorio sobre la de país
En un mundo marcado por el conflicto y por el auge de los discursos de odio contra el diferente, Keyna Eleison apunta que la exposición puede tener una “lectura de actualidad”, ya que el arte es una forma de “entender convivencias” que no siempre son fáciles pero que necesitan ser “respetuosas”.
Así, la estructura Portales a mundos sumergidos creada por el zimbabuense Moffat Takadiwa a partir de deshechos de plástico, desde tapas de botellas a cabezales de cepillos de dientes, invita a los visitantes a entrar en esta especie de jaima o de navío para viajar hacia un mundo nuevo basado en la sustentabilidad y el cuidado.
Territorios, no países
La Bienal exhibe obras de artistas procedentes de casi todos los continentes, pero los organizadores no han calculado cuántos países están representados porque la premisa es trascender los límites de los estados y dar más importancia a los territorios. Keyna Eleison explica que la idea de territorio es “mucho más amplia” que la de país y que, además, antecede a la formación de los segundos.El equipo curatorial de la Bienal de San Pablo, liderado por el comisario camerunés de arte contemporáneo Bonaventure Soh Bejeng Ndikung
“Queremos pasar por ríos, océanos, selvas, ciudades que van más allá de los contornos nacionales, y pensar en vivencias que existían antes de que esos territorios fueran nombrados como países”, señala.
La Bienal, que se realiza en el emblemático edificio diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer en el Parque Ibirapuera de la megalópolis brasileña, estará abierta al público hasta el 11 de enero, la edición más larga desde sus inicios en 1951.