miércoles, junio 18, 2025

Relatividad: después de C.S. Lewis y Freud, ahora Luis Machín es Albert Einstein

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Autor: Mark St. Germain. Dirección: Carlos Rivas. Intérpretes: Gabriela Toscano, Luis Machín y Catherine Biquard. Vestuario: Sofía Di Nunzio. Escenografía e Iluminación: Gonzalo Córdova. Música original: Bruno Rivas. Sala: Picadero (Pje. Enrique Santos Discépolo 1857). Funciones: viernes, a las 20; sábados, a las 22; y domingos, a las 20. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: buena.

En el Teatro Picadero, entre tantas otras propuestas, pueden verse dos afiches con la cara del gran actor Luis Machín. Una, recién estrenada, es Relatividad donde personifica a Albert Einstein. La otra es La última sesión de Freud -que ya estuvo en la sala y regresa en agosto-, donde interpreta al padre del psicoanálisis, papel que asume en 2023 cuando se reestrenó. Hubo una anterior puesta en 2012 (ambas dirigidas por Daniel Veronese), en la que Freud estaba en manos de Jorge Suárez mientras que enfrente estaba Machín como el escritor C.S. Lewis (papel que después asume Javier Lorenzo).

Podría resumirse entonces que el actor formado en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartís ha visitado en los últimos 12 años, tres personajes históricos llevados al teatro por el mismo autor, el estadounidense Mark St. Germain. Esta vez con la dirección de Carlos Rivas y acompañado por dos actrices, Gabriela Toscano como una periodista desconocida y Catherine Biquard como el ama de llaves y asistente todoterreno del científico.

Relatividad, en el Teatro PicaderoIRISH SUAREZ

Entre varios pizarrones movibles, aparece escrita en gran formato la, quizás, ecuación más famosa sobre la teoría de la relatividad, E=mc2 (energía es igual a masa por velocidad de la luz al cuadrado), una leyenda de remera que solo pocos comprenden en profundidad. Para despejar esos lugares comunes del célebre ganador del Premio Nobel, una periodista -que dice ser casi una debutante en la profesión- logra entrevistarlo en su casa en Princeton, Estados Unidos, entre los pizarrones, un escritorio lleno de papeles y objetos, y la intromisión periódica de la asistente que vigila a los “intrusos”. Es 1949 y la Guerra Fría se despliega con sus sospechas por la carrera armamentista.

Al igual que La última sesión de Freud, se trata de una obra de tesis, es decir, posturas opuestas sobre cuestiones críticas, vehiculizadas por personajes. En el caso del autor St. Germain, toma personajes históricos cuyos datos, contexto, documentos, publicaciones, cartas son material chequeado pero que tienen algún costado no investigado o alguna zona ambigua o no concretada. En ese vacío, se construye el verosímil ficcional, o el contrafactual como dicen los historiadores: qué habría pasado si estas personas se hubieran encontrado o si esa carta hubiera llegado o si ese secreto se hubiera develado, etcétera.

Luis Machín y Gabriela Toscano en RelatividadIRISH SUAREZ

Por lo tanto, la reposición de datos es copiosa porque hay mucho que contar para que los espectadores “entiendan” qué se discute. Intérpretes sólidos como Machín y Toscano pueden mantener la atención del público, pero se agiliza la obra cuando hay otro tipo de acciones además del diálogo: por ejemplo, cuando se arrojan unas galletitas al piso para explicar conceptos, o cuando interviene, escoba en mano, la asistente.

Para los interesados en biografías, la obra es un excelente estímulo para averiguar más y corroborar qué tan cierto o inventado es lo que han visto. No daremos esos detalles. Ni tampoco hacen falta para mencionar la tensión principal que plantea la obra, en este ping pong entre el genio avalado y la preguntona desconocida que primero desmaleza lo que todo el mundo sabe para luego llegar al hueso con muy buenos argumentos. En síntesis, Relatividad es una obra sobre el conflicto entre la tiranía de una mente brillante y la empatía con los otros, entre el peso de una creación para toda la humanidad y el de un gesto que marca una vida para siempre.


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