Lo reveló un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA). Unos 4,3 millones de niños y adolescentes del país enfrentan dificultades para acceder a los alimentos. Afecta principalmente a familias monoparentales o con jefes de hogar con empleos precarios.
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) dio a conocer un nuevo informe que, más allá de las estadísticas, revela el preocupante avance de la pobreza en el país y cómo afecta de lleno en niños y adolescentes.
En esta oportunidad, el reporte reveló que la inseguridad alimentaria infantil en Argentina llegó al 35,5 por ciento en 2024 y tocó su nivel más alto en los últimos 15 años.
En concreto, el organismo de la citada casa de altos estudios expuso que en el país hay 4,3 millones de niños y adolescentes que tuvieron una merma en cantidad y calidad de consumo de alimentos.
El estudio titulado “Inseguridad alimentaria en la infancia argentina: un problema estructural observado en la coyuntura actual”, se basa en datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) durante el período 2010-2024 y revela una tendencia sostenida al alza, con picos alarmantes en los años 2018, 2020 y 2024.
Entre 2010 y 2024, la tendencia fue ascendente, con picos en 2018, durante la pandemia en 2020 y en la crisis socioeconómica del último año. Los escenarios de precariedad laboral y desocupación que amplían la desigualdad agravan el escenario de inseguridad alimentaria.
Siempre de acuerdo a lo publicado por el ODSA-UCA, la inseguridad alimentaria afecta principalmente a los hogares más vulnerables, aquellos con jefes de hogar con empleos precarios, familias monoparentales y hogares numerosos.
El impacto de la inseguridad alimentaria en los chicos argentinos es profundo y afecta su bienestar general. No solo se trata de una carencia de alimentos, sino también de una falta de nutrientes esenciales que son cruciales para el desarrollo físico y cerebral durante los primeros años de vida.
El informe también hace hincapié en que, si bien hubo políticas públicas que han tenido un impacto protector en contextos críticos, estos esfuerzos son limitados frente a los factores estructurales persistentes que afectan a los hogares más vulnerables.
A su vez, aunque las transferencias sociales han ayudado a mitigar el impacto de la inseguridad alimentaria en ciertas familias, el desempleo, la inestabilidad laboral y la pobreza siguen siendo los principales factores que mantienen a millones de niños en una situación de vulnerabilidad constante.
Problemas de hoy y mañana
La inseguridad alimentaria infantil puede acarrear graves problemas para los niños. Entre ellos, se encuentran los problemas de salud, como la desnutrición, el retraso en el crecimiento y un sistema inmunológico debilitado, lo que aumenta el riesgo de enfermedades.
También puede afectar su desarrollo, generando dificultades de aprendizaje, problemas de comportamiento y un menor rendimiento escolar.
Además, puede tener un impacto negativo en su bienestar social y emocional, provocando ansiedad, depresión, baja autoestima y aislamiento social.
Además, el hambre crónica puede tener efectos a largo plazo, ya que puede provocar un aumento en el riesgo de enfermedades como la diabetes, las afecciones cardíacas y el sobrepeso.
Propuestas para su abordaje
El trabajo subraya la necesidad de políticas públicas integrales que aborden tanto las causas estructurales como las crisis coyunturales que agravan la inseguridad alimentaria. “Comprender estas dinámicas es clave para diseñar políticas públicas integrales que enfrenten tanto las urgencias actuales como las causas profundas de la inseguridad alimentaria”, afirmaron desde ODSA-UCA
Entre las propuestas se destaca el fortalecimiento de la inclusión laboral y la revalorización de los programas de transferencia de ingresos, que han demostrado ser útiles para mitigar la inseguridad alimentaria en contextos críticos.
Sin embargo, también se sugiere avanzar hacia sistemas de protección social más integrales y con un enfoque territorial y federal que prioricen a los hogares más vulnerables.