Envalentonado con el espaldarazo de Donald Trump tras el cónclave en Naciones Unidas, a la espera de fondos frescos para oxigenar las cuentas y mantener el objetivo principal de este primer tramo de gestión: el déficit cero, Javier Milei sabe que el 26 de octubre apostará a un pleno.
Es que más allá de su confianza y de algunos sondeos que pudieran darle a favor, la posible derrota electoral es una variable que desvela al círculo más cercano del primer mandatario. Saben que un nuevo cachetazo en las urnas podría dejar al Presidente sin margen de maniobra en el Congreso en su derrotero rumbo a 2027. Sabor amargo que ya probó y del que ya padeció la ciudadanía con los efectos colaterales que generó la movida de la oposición en la economía local al rechazar los vetos.
Entonces, el 26 de octubre se presenta como una fecha clave para el futuro del Gobierno de Javier Milei. Si bien el Presidente no se presenta a elecciones, el resultado definirá el equilibrio de poder en el Congreso. Una derrota mantendría al oficialismo en minoría, dificultando aún más la aprobación de leyes y aumentando la tensión política.
En este escenario, el Gobierno central enfrentaría una mayor resistencia a sus medidas económicas, lo que podría generar inestabilidad en los mercados y afectar el tipo de cambio. Además, los vetos presidenciales rechazados por el Congreso, como el aumento de jubilaciones, evidenciaron la fragilidad del respaldo político al modelo libertario.
La pregunta que surge es si el primer mandatario podrá gobernar con un Congreso hostil que, según los resultados de octubre, tome más coraje en su contra del que ya demostró.
Algunos analistas creen que buscará acuerdos con otros sectores, mientras que otros no descartan una escalada del conflicto. Pero lo que está claro es que el 26 de octubre marcará un antes y un después en la relación de poderes cuando se abra ya el camino hacia 2027.
Por Jaime Meza
Jefe de Redacción.