La cúpula eclesiástica de Corrientes emitió un severo documento en el que, si bien celebró la reciente aprobación de la Ley de Narcomenudeo, puso el foco de la discusión en la necesidad urgente de inversión, estructuras adecuadas y transparencia para su correcta implementación.
Los obispos advirtieron que la lucha contra las adicciones no puede reducirse solo a un tema policial y plantearon interrogantes directos sobre la capacidad real de la provincia para afrontar este desafío.
Bajo el título: La droga es una herida, los pastores de las diócesis de Corrientes, Goya y Santo Tomé -monseñor José Larregain, monseñor Adolfo Canecín y monseñor Gustavo Montini, respectivamente-, se dirigieron a la sociedad con una “palabra que brota de la fe y de nuestra responsabilidad como pastores”.
EL DOLOR DE LA HERIDA SOCIAL
El comunicado comienza como un crudo testimonio del drama que se vive en toda la provincia. «Somos testigos del sufrimiento de tantas familias golpeadas por las adicciones, particularmente de los más jóvenes», señalaron, haciendo eco de la frase del Papa Francisco: “La droga es una herida en nuestra sociedad que atrapa a muchos y hiere a familias enteras”.
Para los referentes religiosos, la vulnerabilidad de la juventud ante el consumo está destruyendo la vida, la esperanza y los vínculos más profundos de la comunidad correntina.
ADVERTENCIA SOBRE LA LEY
Si bien la aprobación de la Ley de Narcomenudeo fue recibida con «mucho entusiasmo» por abrir un nuevo escenario, los obispos no tardaron en ponerle peros a su aplicación. Subrayaron que la comercialización de la droga es un problema social que involucra a todos, no solo un asunto judicial o policial.
El texto es contundente al exigir que la ley no se quede en una mera declaración de intenciones: «La ley recientemente sancionada, necesita no solo de la voluntad positiva de quienes son los responsables de su ejecución, sino también de una inversión económica y la creación de estructuras que hagan posible su cumplimiento.»
El punto más álgido del comunicado se centra en la posibilidad de que la ley solo atrape a los eslabones más débiles, lo que la Iglesia pide evitar: «Deseamos que esta ley no se contente solo con atrapar al más débil y vulnerable, sino que logre desenmascarar y poner en evidencia cualquier tipo de impunidad.»
A partir de esta preocupación, se lanzaron preguntas directas a las autoridades:
- ¿Se contará con recursos y estructuras suficientes para atender en forma integral a las personas con problemas de consumo, siendo que hoy constatamos que son insuficientes?
- ¿Podrá la justicia correntina responder con celeridad y transparencia, evitando cualquier tipo de manejo espurio, de corrupción o de miedo?
La Propuesta Integral: Prevención y Dignidad
Para los Obispos, la lucha contra las adicciones es un fenómeno complejo que no puede agotarse en el combate al narcotráfico. Es indispensable un abordaje integral basado en cuatro pilares fundamentales:
- Prevención desde la infancia y adolescencia con educación, deporte, cultura y proyectos de vida.
- Centros de tratamiento y recuperación accesibles, con acompañamiento humano, terapéutico y espiritual.
- Oportunidades laborales y sociales que devuelvan la dignidad.
- Acompañamiento cercano a las familias, la primera red de contención, que hoy se siente «más sola frente a este dolor».
Finalmente, el Arzobispo y los obispos auxiliares hicieron una interpelación a la conciencia social, instando a priorizar la vida de los jóvenes por encima de «cualquier tipo de interés económico, partidario o político». La misiva cierra con una invitación a todos los sectores -gobernantes, legisladores, jueces, educadores y familias- a un «gran pacto por la vida y por la dignidad» de la gente de Corrientes.